La eficiencia energética es más barata que las renovables para reducir las emisiones de CO2
La eficiencia energética que se construye a base de pequeños gestos como cambiar una bombilla, utilizar el transporte público o no pasarse con el aire acondicionado, puede ser, según un estudio que acaba de ver la luz, una forma más barata que las renovables para reducir las emisiones de CO2 y luchar contra el cambio climático.
En un artículo publicado la semana pasada en Energy Policy, un grupo de investigadores españoles liderados por Álvaro López-Peña, del Instituto de Investigación Tecnológica & Cátedra BP de Energía y Sostenibilidad de la Universidad Pontificia Comillas, señala que, según un análisis del periodo de 1996 a 2008, un enfoque dirigido a mejorar la eficiencia energética habría sido más barato que el apoyo a las renovables si el objetivo exclusivo hubiese sido reducir las emisiones de CO2. Los autores cuantifican el ahorro en 5.000 millones de euros anuales (2.100 millones en promoción de renovables y 2.900 en reducción de costes por alcanzar la demanda reducida).
A partir de estos datos, en el artículo se argumenta que, desde el punto de vista de la política energética, una conclusión natural sería que “las políticas de eficiencia energética deberían ser priorizadas por encima de las de promoción de las renovables”. “Sin embargo”, añaden, “también es evidente que la eficiencia energética no puede eliminar por completo el consumo de energía”. Por lo tanto, si el objetivo es tener un sector energético con apenas emisiones de CO2, las renovables y los consiguientes incentivos para su desarrollo tecnológico también serán necesarias en una segunda etapa.
López-Peña puntualiza que el estudio no devalúa el valor de las renovables. “Lo que sí se trata de mostrar que la eficiencia energética brilla por su ausencia”, comenta. En el artículo se explica que el análisis no ha tenido en cuenta a la hora de valorar estas energías verdes otras importantes ventajas para la sociedad “como la actividad industrial o el desarrollo tecnológico, que proporcionarán también beneficios a largo plazo”.
Enrique Soria, director de la división de Energías Renovables del CIEMAT, Centro de Investigaciones Energéticas Medioambientales y Tecnológicas, está de acuerdo con los autores en que “se ha hecho muy poco por gestionar la demanda energética”. “Es más fácil incrementar la generación a través de la tarifa que establecer esquemas eficaces para favorecer la eficiencia energética y no se ha sabido hacer”, añade. No obstante, Soria defiende también las renovables. “Además de reducir las emisiones de CO2, han aportado otros beneficios como la creación de un sector industrial fuerte o la reducción de la dependencia energética del exterior”, añade.
La clave está en los hogares
Para explicar la ineficiencia, López-Peña considera que es mucho más complicado hacer políticas por el lado de la demanda que por el lado de la oferta. Es mucho más fácil desde el punto de vista político poner molinos y promocionar las renovables que decir a la gente que utilice menos el coche o que hagan obras en sus casas para aislarlas del frío conservar el calor. Todo ello en un país en el que, pese a ser un país templado, pasamos frío en verano y calor en invierno, añade.
En opinión del autor del estudio, para incrementar la eficiencia energética, se debe centrar la atención en el transporte y en los hogares. “Para una familia, la energía no es un coste tan importante como sí lo es para las industrias que, al ser privadas y buscar maximizar beneficios, ya se preocupan de mejorar sus procesos”, explica el autor del estudio. En este sentido, Soria reconoce que “no es fácil aplicar esquemas eficaces para favorecer la eficiencia energética”, pero apunta hacia medidas como la “implementación de un sistema de generación distribuida”; sistemas de generación de energía domésticos, como pequeños molinos o paneles fotovoltaicos, que al estar más cerca del lugar donde se consume la electricidad mejoran la eficiencia al reducir pérdidas en la red de transporte.
Respecto al transporte, junto a fomentar el transporte público, a pie o en bicicleta, López-Peña indica que es necesario sustituir el transporte en camiones por carretera por el ferroviario, mucho más eficiente energéticamente. “Además, el tren puede ser eléctrico y permitiría introducir energías renovables”, afirma. En esta misma dirección, Soria señala al coche eléctrico como una herramienta “para gestionar mejor la demanda al permitir la recarga en horas valle y el uso de renovables”. En todos los casos, López-Peña cree que es necesario “que los precios que la gente paga por la energía reflejen sus costes, incluidos los externos, los ambientales”. madrimasd.org
Subdepartamento de Inteligencia Comercial